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ARCHIVO HISTÓRICO AGUILAR Y ESLAVA

BIBLIOTECA HISTÓRICA AGUILAR Y ESLAVA

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actualidad

04.03.18

Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava

LIBRO DESTACADO

“Catálogo de los obispos de Córdoba” de Juan Gómez Bravo, año 1739 (Se relacionan los obispos de la sede episcopal de Cabra)

Antonio Suárez Cabello

El texto que figura en la portada de nuestro LIBRO DESTACADO es “Catálogo de los obispos de Córdoba. Primera parte, en que se trata de los obispos desde el principio de la Iglesia Cristiana hasta el año de 1236 en que fue conquistada Córdoba de los sarracenos por San Fernando”. El escritor es Juan Gómez Bravo, colegial del Mayor de Cuenca, de Salamanca, canónigo lectoral de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz y en el momento de la divulgación magistral de la de Córdoba.

No falta en esta relación los obispos egabrenses, puesto que Cabra era en la época que se narra una de las diócesis de la Bética. Desde el siglo III fue sede episcopal.

El volumen está dedicado a D. Pedro de Salazar y Góngora, deán y canónigo que fue de la Santa Iglesia de Córdoba y en la fecha de la edición obispo de ella. No viene la data, aunque en los preliminares se refleja la de 1739. Impreso en Córdoba, en la calle de la Librería, en la imprenta de D. Simón de Ortega y León, presbítero. Precisamente Simón de Ortega fue hermano y sucesor de Juan de Ortega y León quien comenzó a comerciar en libros y a imprimir en 1727. Muy posiblemente murió en 1738, en que se haría cargo del negocio su hermano Simón. Solamente tuvo un año el establecimiento, ya que lo traspasa en 1739. De ahí alguna pregunta que planteamos al no localizar la segunda parte de este CATÁLOGO en la Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava.

En 1778 fue estampado nuevamente y en la portada encontramos la respuesta a nuestra interrogante: “Reimpresión de la primera parte e impresión de la segunda. En dos tomos en folio”. El nuestro está en cuarto y encuadernado en pergamino. Se recoge una “Breve noticia del autor” de la cual seleccionamos algunos datos: Nació en Cabeza del Buey (Extremadura), en 1677. “En la edad oportuna pasó a Sevilla” estudiando Filosofía y Teología en el Colegio Mayor de Santo Tomás. Se traslada a Salamanca a perfeccionar sus estudios en la Universidad. Recibe el grado de doctor en Sagrada Teología en la Universidad de Ávila en 1703. Es en 1705 cuando está en Córdoba opositando al canonato lectoral de la Catedral. No aprobó, “dejando prevenidos los ánimos para otra cualquiera”. Volvería a Córdoba en 1714 a la oposición de canonjía de magistral que aprobaría. Señalan su vida con las virtudes de la humildad y moderación eclesiástica.

Es en el último tercio de su vida cuando escriba el CATÁLOGO DE LOS OBISPOS DE CÓRDOBA en su primera parte, dejando manuscrita de su propia mano la segunda. El doctor Juan Gómez Bravo fallecía en Córdoba en 1744. Su cuerpo yace sepultado en la capilla de Santa Úrsula en la Iglesia Catedral.

En la dedicatoria al obispo de Córdoba, Pedro de Salazar y Góngora, elogia al prelado y explica la estructura de su Catálogo. Está dividido en dos partes. La primera contiene los obispos de Córdoba desde el principio hasta la conquista de la ciudad por San Fernando, como se reseña en la carátula; y la segunda parte, anticipa, tratará de los obispos que han regido la Iglesia cordobesa desde 1236 hasta la actualidad, que lo es en D. Pedro de Salazar y Góngora. El brindis está fechado en Córdoba a 9 de junio de 1739. De ahí la posible tirada en 1739.

La aprobación del padre Pedro del Busto considera la misma, “digna de tan bien cortada pluma, y la pluma es dignísima de alabanza, por haberse empleado en tan digna obra, pues como dijo Tulio: solo aquel laborioso cuidado que se consagra a lo digno y honesto con razón debe ser aplaudido”. Son siete páginas sin numeración, con apostillas marginales, que cierran a 21 de junio de 1739. La licencia del ordinario está visada por el doctor Francisco Miguel Moreno Hurtado, canónigo de la Catedral, cinco jornadas después.

A las tres páginas laudatorias a Gómez Bravo, en verso y en latín, sigue la censura y dictamen realizado por Fernando Curado y Torre Blanca, canónigo lector de la Santa Iglesia de Córdoba y juez presidente de su Santo Tribunal de Cruzada. Tiene notas laterales referentes a las citas en latín incluidas en el texto, concluyendo en el párrafo final de esta manera: “Y creo, que no solo se le debe dar la licencia que pide para imprimirlo, sino que será de grandísima utilidad salga a luz publica para recreo y enseñanza de los hombres de aplicación y para moderación de las costumbres a que tanto persuaden sus dulces silvos. Asi lo siento, salvo miliori. Córdoba, 8 de julio de 1739”.

La suma del privilegio tiene licencia y privilegio del doctor Juan Gómez Bravo. El tiempo es de diez años y “para que otra persona no pueda imprimirle sin su consentimiento bajo de graves penas, como más largamente consta del original dado en San Ildefonso a 24 de septiembre de 1739”. A continuación de la suma del privilegio se añaden unas adicciones.

Esta primera parte se compone de dos libros. El primero, dividido en ocho capítulos, se inicia con la fundación de Córdoba y su situación a la orilla del río Betis o Guadalquivir. En los títulos de los capítulos se destacan los obispos Severo, Osio, Higinio, Gregorio, Isidoro, Esteban, Agapio, Eleuterio, Juan (Obispo de Cabra), Agapito, Honorio, otro de Cabra (innominado), Leudefredo, Deodato (de Cabra), Euforo, Mumulo, Zacheo y los de Cabra: Bacauda, Gratino, Constantino y Arcesindo.

El libro II está formado por once capítulos. Se inicia con la presencia de los sarracenos en Córdoba y finaliza con la conquista de la ciudad por San Fernando. Entre los obispos: Saulo, Valencia y Juan, destacando el martirio de San Vulfura y Santa Argentea, así como de otros muchos cristianos. Se completa con una disertación histórica que trata de la imagen milagrosa de Nuestra Señora de la Fuensanta, y sobre las reliquias de los santos mártires cuyos restos están en la iglesia parroquial de San Pedro.

La primera alusión a Cabra se produce en el contexto del Concilio Eliberitano, que lo sitúa en el trescientos doce, “famosísimo por los ochenta y un cánones que estableció”, y del que “escribió latamente” Fernando de Mendoza. A él concurre SINAGIO, obispo de Cabra, que firma en tercer lugar. Osio firmó en el lugar once. Indica Gómez Bravo que desde la conquista de San Fernando se unió Cabra al obispado de Córdoba.

Siguiendo las pautas de Gómez Bravo, “no hay duda que se continuarían los obispos de Cabra desde Synagio”, pero la “falta de instrumentos han ocultado los sucesores” (597). JUAN es otro de los obispos egabrenses. Asiste al III Concilio de Toledo (589) y al I Concilio de Sevilla (590), firmando después de San Leandro.

Sobre el II Concilio de Sevilla (618 o 619) expone: “El obispo de Cabra que era en este tiempo no se nombra. Había muerto cuando se juntó el Concilio 2. de Sevilla, y así no asistió obispo de Cabra, pero Aniano, diácono de Cabra, dio noticia a los padres que su obispo había impuesto las manos a uno para ordenarle de presbítero, y a dos para ordenarlos diáconos, diciendo la forma y dándoles la bendición un presbítero por estar enfermo de los ojos el obispo y no poder leer. Oído esto el Concilio suspendió el juicio en orden al obispo por haber muerto, y haber dado su cuenta a Dios, pero declaró depuestos del orden a los ordenados, y prohibió que en adelante presumiese algún presbítero seguir tal ejemplar. No es dudable que el obispo faltó gravemente en este hecho, sino le excusó la total ignorancia de la obligación de proferir la forma”.

Prosigue el relato de Gómez Bravo que “El doctísimo Cristiano Lupo tocó este caso y no se atrevió a disculpar a este obispo de Cabra, pero considerando la “summa” facilidad de proferir la forma, según la leía el presbítero, persuade, que no tuvo duda alguna sobre la necesidad de pronunciarla. Este obispo había dado libertad a Eliseo, esclavo de su Iglesia, y correspondió ingrato al beneficio haciendo daños a la Iglesia, y dando veneno al obispo para que enfermase; examinó esta iniquidad el Concilio, y le privó de la libertad por la ingratitud que había tenido con su bienhechor y madre, que le había criado”.

A continuación subraya que “Teodulfo, obispo de Málaga, pidió al Concilio diferentes iglesias de su diócesis, que con las guerras se habían apropiado los obispos de Écija, Eliberi y Cabra, y el Concilio mandó que se le restituyesen todas las parroquias que probase haber pertenecido a su obispado antes de la guerra, porque no debe prevalecer la prescripción del tiempo donde intervino necesidad tan violenta, y la Iglesia debe gozar del favor del posliminio en lo que antiguamente poseía”.

Nombra en este Catálogo a DEODATO, obispo de Cabra, quien suscribió en el IV Concilio de Toledo [633] en el lugar 22. También se halló en el VI (638) y en el VII (646 o 647).

Otros obispos nombrados en el capítulo VIII del primer libro, como hemos recogido, son:

BACAUDA, obispo de Cabra, “se halló en el VIII Concilio de Toledo [653] y firmo en el lugar 36. Hoy se conserva una lápida que copiaron Morales, Padilla y Cardenal Aguirre. Reconocida con todo cuidado traduce así: Dedicavit hanc AEdem D. M. S. Bacauda Episcopus Egabrensis. En los demás conviene con la copia de Morales, aunque los números de la era 688, que puso, son muy singulares y no fáciles de adivinar si por otra parte no constara que había florecido Bacauda en este tiempo”.

GRATINO, obispo de Cabra, firmó en el XIII Concilio de Toledo [683] en el lugar 41, con que se reconoce que era obispo moderno. No existe más memoria de este obispo.

CONSTANTINO, obispo de Cabra, “se halló en el XV Concilio de Toledo [688] y subscribió en el lugar 61, que es el último de los obispos que concurrieron, y así era muy moderno en el obispado”.

ARCESINDO, obispo de Cabra, “concurrió al XVI Concilio de Toledo [693] y firmó en lugar 41. Es el último obispo de Cabra, de quien se halla memoria hasta que España se perdió”.

En el libro segundo, en el capítulo cuarto, “Año de Cristo 857”, se refiere al Apologético de los Mártires de San Eulogio y menciona el martirio de San Rodrigo y Salomón, sucedido el 13 de marzo del año citado, y las solemnes exequias que les hicieron los fieles, “hallándose presente a las de San Rodrigo el venerable obispo Saulo, y descubriendo su cabeza el ínclito Papa, dice San Eulogio, besó con gran ternura y adoró los miembros del sagrado mártir”.

“Año de Cristo 862”. Ubica un cónclave en Córdoba: “El Concilio se compuso de los obispos inmediatos y de los que se hallaban en la Corte, que fueron Valencio de Córdoba, RECULFO de Cabra, Beato de Écija, Juan de Baza, Ginés de Almería Teudeguto de Elche, Miro de Medina-Sidonia y Hostigesio de Málaga. Viendo Sansón la próxima tempestad que le amenazaba, tres días antes de congregarse el Concilio dio a cada obispo un escrito que contenía su confesión de la Fe”.

“Año de Cristo 863”. Escribe: “Comprendía entonces el Obispado de Córdoba hasta el río Guadiana, que finalizaba la Bética de la Lusitania y Obispado de Mérida, y por la campiña gozaba casi de todo lo que hoy tiene, excepto Cabra y Palma”.

“Año de Cristo 864”. Habla de la elección por obispo a Esteban: “Para consagrar a Esteban obligaron al Metropolitano que viniese a Córdoba a Reculfo de Cabra y a Beato de Écija, que se excusaron de ejecutar atentado tan grande, pero fueron tantas y tan grandes las amenazas y terrores, que hubieron de ceder y consentir, y así le consagraron y entronizaron en la Basílica de San Acisclo” (Reculphum Egabrensem, Beatum Astigitanum). Al obispo Esteban II se le ha calificado como intruso.

En el apartado de las Reliquias de los santos mártires que están en la iglesia parroquial de San Pedro se reseña la impresión por el padre Martín de Roa de su libro Flos Sanctorum de Córdova en 1615, uno de cuyos ejemplares forma parte de la Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava, y del que nos ocupamos en nuestra sección de dar a conocer el patrimonio bibliográfico que atesora la Fundación-Instituto.

En este mismo apartado de Reliquias relata que San Argimiro fue enterrado en la Basílica de San Acisclo.

En la biografía actual de dicho mártir se argumenta: “Natural de Cabra, fue durante algún tiempo censor del emirato, y al apartarse de la administración se retiró a un monasterio. Fue conducido ante un juez acusado de profesión del cristianismo y haber injuriado al profeta. Tras algunos días detenido y encerrado en prisión fue reconducido al juez que se esforzó en convencerlo, pero no lograron hacerle cambiar de parecer. Se le condenó a que fuese decapitado, sucediendo el martirio el 28 de junio de 856 en que la Iglesia lo conmemora. Su cuerpo permaneció en el patíbulo durante muchos días hasta que por orden del juez fue trasladado a la basílica de San Acisclo, cerca de su sepulcro y el de San Perfecto. Actualmente sus restos descansan en la basílica de San Pedro, en Córdoba.


Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava
LIBRO DESTACADO

Gómez Bravo, Juan.

Catálogo de los Obispos de Cordoua : primera parte, en que se trata de los Obispos desde el principio de la Iglesia Christiana hasta el año de 1236, en que fue conquistada Cordova de los sarracenos por San Fernando / su auctor ... Iuan Gómez Bravo.-- Impresso en Córdoua : en la calle de La Librería, en la imprenta de D. Simón Ortega y León ..., [s.a.]

[22], 264 p. ; 21,00 x 15,00 cm
Fecha de preliminares: 1739.
Port. con doble orla tip.
Enc. pergamino

Materia/género: Obispos. Catálogos. Córdoba. Hasta 1236.
Otros responsables: Ortega y León, Simón de, imp.

Lugar: España. Córdoba

Sig. Top.: 1106

[LD.2018.02.asc]

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